Para empezar lo primero que he tenido que hacer es enseñar al diccionario de corrección ortográfica de mi tratamiento de textos a memorizar los términos «miembra y miembras«, pues el muy suyo me lo da como error. En este caso no me he tenido que pelear con ningún miembro/miembra de la academia de la lengua para poder incluirlo, ni espero que me llamen al orden por hacerlo, por que, tanto si los utilizo en al hablar o al escribir es decisión mía y solo mía.

Y que bonito es el refrán «un grano no hace granero pero ayuda al compañero», pues bien hoy entre los dos términos «miembra/miembras» ya cuentan con 458.000 entradas o referencias en Internet, nada que ver con los 226 millones de sus parejas terminadas en o/os.

Seguro que hay infinidad de debates en torno a estos términos, en los que no voy a entrar, pero si que voy hacer una reflexión sobre el peso de las palabras.

Si hasta el siglo XX, la utilización (hablada o escrita) de una palabra era determinante para luego ser considerada por los miembros de la academia para entrar en el Real Diccionario de la Lengua Española, en el siglo XXI también se van a considerar el uso de los nuevos términos en función del peso de estos en el universo Internet, y en consecuencia en el resultado de las búsquedas de los «buscadores».

Mal que les pese a los que se pasan horas olfateando y saboreando palabras, para luego clasificarlas de buenas o malas, de correctas o incorrectas, dentro del lenguaje o fuera, será el uso de ellas en el universo Internet el que marque la vitalidad de estos nuevos o viejos términos.

Que hago cuando no se de una palabra, buscarla en un «buscador» para ver el uso que se hace de ella, su ortografía, y sus significados, y la cantidad de veces que se utiliza.

Hoy todavía el termino «miembra» en la calle suena a raro, pero en Internet es una palabra ya muy utilizada, y escribo este post, para rendirle homenaje a ella y a la intención de la Ministra Aído para que forme parte del paisaje.