En el presente, la primavera del 2.008, la vieja cocinilla de hierro macizo de la casa de L’Agustina, es testigo como su rivales, (una moderna cocina de vitroceramica Teka, un micro ondas Samsung de 800 vatios, un horno eléctrico Teka modelo HT-S10 ME y una campana Teka), están en el final de sus días, los electrodomésticos modernos envejecen muy rápidamente, 10 años de uso es toda una vida para los aparatos eléctricos.

  Cuando se hicieron las actuales reformas de la cocina, (azulejos, muebles de madera prensada revestidos de melanina, electrodomésticos modernos y una encimera de mármol rosa, L’Agustina decidió dejar en la cocina como un elemento más la cocinilla de hierro. Después que José Luis el hijo de L’Agustina, pasara varias tardes puliendo los elementos dorados del frente de la cocinilla, esta quedó completamente integrada en el conjunto, restaurada y en pleno uso.

  La cocinilla hace 50 años fue una revolución, en 1.958 cuando entró la cocinilla por la puerta de la casa, entró al mismo tiempo el siglo XX. Con la nueva cocinilla se ganó en calidad de vida, cocina, horno y calefacción en un mismo aparato.

La casa de L’Agustina, se construyo en sus orígenes con una cocina tradicional, chimenea, fuego, y una gran olla sujetada por una cadena a un hierro que maniobraba de derecha a izquierda para aproximar y alejar la olla del fuego. En la chimenea en el fuego bajo al calor de las brasas había varios tipos de hierros para sujetar los pucheros de barro.

El día en el que L’Agustina y su marido Emilio entraron en la casa tuvieron que cocinar con pucheros de barro encima de una plancha de metal, a ella no le gustaba cocinar sobre el aro de hierro de tres patas porque los pucheros de barro se ponían negros, junto a las brasas ponía la plancha y encima el puchero.

  L’Agustina utilizaba el aro de metal para hacer guisos en pucheros más grandes para los animales.

  L’Agustina y Emilio, hacían lo que habían visto hacer a sus padres, y a sus abuelos, lo que no sabían era que la chimenea, la olla y los utensilios de hierro y la forma de cocinar era igual a los elementos de las cocinas que se construían hace 2.000 años, desde la época de los Romanos pasando por la Edad Media, las casas, masías y caserones estaban dotados de los mismos artilugios para hacer de comer.

  Tradicional es equivalente a costumbres que vienen de no se sabe cuanto tiempo, modernidad es cambio y ruptura con el pasado.

  La olla de la casa y los utensilios de hierro del fuegos bajo, tenia una historia de 2.000 años, un periodo en el que las recetas los ingredientes y la forma de cocinar forman parte de lo que hoy llamamos «lo tradicional».

  La chimenea con la olla, desapareció con unas reformas en la casa hace 52 años, se cambio la chimenea y se construyo una moderna chimenea-cocina de ladrillos de arcilla refractaria, la nueva cocina ocupaba menos espacio, y requería de menos madera para calentar los guisos.

 La moderna chimenea-cocina de ladrillo refractario, permitía cocinar con recipientes más modernos de porcelana, la variedad de lo que se puede cocinar aumenta, el plano de la cocina se eleva, se puede cocinar más comodidad.

  Ahorro, variedad, eficacia y funcionalidad, la modernidad entraba en la cocina de la casa, pero la modernidad es cambio acelerado, y la nueva chimenea-cocina de ladrillos de arcilla no lo seria por mucho tiempo. En el pueblo había hace tiempo novedades en cuanto se lo pudieron permitir compraron una cocinilla nueva. Una cocina de hierro macizo con bonitos adornos de color dorado, y con ellas una nueva ola de cambios entro en la cocina.

  A los ojos de mi hija la vieja cocinilla de hierro macizo es el pasado, lo viejo, pero escribo este artículo para explicarle que la cocinilla representa la revolución de los tiempos modernos y es la frontera de lo viejo y lo nuevo, de lo tradicional de la globalización.

  L’Agustina, tendrá que renovar (palabra moderna, que reemplaza la palabra tirar y cambiar) los electrodomésticos, pero no se deshará de la cocinilla.