Me levanto todos los días a las 7h de la mañana, después de el aseo matutino y el desayuno reparador salgo de poseso en busca del periódico y el café expreso de cada mañana. En casa “té”, café expreso en la barra del bar repasando la actualidad retrasada, he dejado de encender el ordenador por las mañanas temprano, para poder leer el periódico recién escrito, sin la sensación que ya se ha hecho viejo o que la actualidad la marcan las ediciones on-line de los mismos periódicos que te encuentras en los quioscos.
Compro el periódico cada día como lo he venido haciendo los últimos 32 años de mi vida, acompañado siempre de un buen expreso, todas las mañanas disfruto de un duelo entre la cafeína y la adrenalina, leer las buenas nuevas de las portadas de los periódicos, haber quien me despierta antes del todo.
Todavía pienso en pesetas cuando pido un café corto solo y sin azúcar, 60 o 70 pesetas eran las referencias, justo cuando se pasó del euro a la peseta, justo cuando me mude de Barcelona a Tres Cantos.
El café pasó de 70 pesetas a 1 Euro, y si lo pides con bollo dos euros, justo todo lo que valía 100 pesetas pasó a valer 1 euro (166 pesetas).
En el nuevo barrio cambio sobre cambio, al entrar al bar cada mañana esta puesta la tele y en ella sintonizado “Tele Madrid” que por los índices de audiencia solo la ven 10 o 12 madrileños en algún momento del día. No entraré a analizar los contenidos o el agujero económico de su gestión (en otro post), pero si por lo que me consta y doy fe es que cada mañana en barman pone la tele como altar a la verdad absoluta, nunca la mira, nunca la oye siempre espera que los demás oigan y vean sus reportajes sagaces.
El barman no ve la tele tiene otros trabajos, pero tiene un sexto sentido, y cuando sale alguien del gobierno de Zapatero, le salta a la yugular, se enciende, la venas del cuello se le hinchan, suelta su mensaje apocalíptico y siempre acaba con que el es apolítico.
Por supuesto no hablo de política con quien tiene las venas hinchadas, todas la mañanas le digo cuanto le debo y el me dice 1.20 euros, (si unas 200 pesetas) el café solo muy corto.
Antes de ir al bar me paso por el quiosco, siempre compro “El País”, y todos los días leo el “Publico”, me gustaría decir todos los días leo el “Publico”, pues no, el quiosquero le hace el boicot y no lo trae.
Todos los días voy a buscar la prensa y pregunto por el “Publico”, ellos me aconsejan por el “ABC, que el periódico más verídico y el único que leen. Todos los días me bebo el café solo corto, acompañado por “El País” y con el enfado de no poder libremente la prensa que quiero leer.
En mi barrio hay un gimnasio, y en el me encuentro otros vecinos de barrios próximos, y uno de ellos me comenta que el quiosquero al que le voy todas la mañanas es un “facha”, y según el eso lo explica todo.
En mi barrio todos los días cuando voy a buscar el periódico o a tomarme un café solo corto, hago un pase por territorio comanche, donde mis opciones políticas o de pensamiento son pecado, diferentes y un mal a extirpar.
Pero por supuesto se me han hinchado los tacones, y desde hace unos pocos días os puedo contar otra historia: Todos los días me levanto antes de las 7h para poder ir andando a un barrio cercano para poder comprar el “Publico”, «El País» y tomarme un café corto expreso sin azúcar a 90 céntimos, donde por supuesto el café es mejor y no hay encendido ningún televisor dando la claca a la Esperanza 2012.