Viajar, es ir de un punto a otro, «el viaje» siempre es para hacer algo o como resultado de un propósito y pocas veces se da por si mismo.

Desde el viaje más esotérico o viaje interior al viaje más lejano posible ir a la luna son suceptibles de analizarlos o desmenuzarlos desde muchos puntos de observación. Hoy voy a acercarme al viaje analizando el medio de transporte escogido para realizar la travesía.

Si estuviéramos en la Grecia clásica el viaje sin lugar a dudas se realizaría en barco, si estuviéramos en Belen hacia el año 0, se realizaría en burro, ¿pero en el momento presente que medio de transporte utilizamos para ir a Itaca?.

Una Road Movie, nos cuenta el relato de persona/s que deciden vivir en la carretera, no viajan, estén donde estén en cada momento, ya han llegado donde querían llegar, el coche, la carretera, el viaje son un simple escenario.

El tren , el bus, el autocar, el coche, están inevitablemente relacionados con sus modelos de  viaje, el autobús es un medio urbano, no se identifica con la lejanía sino más bien todo lo contrario la cercanía y lo cotidiano, (de la casa al trabajo y viceversa). En cambio el tren es el símbolo de la escapada, las vacaciones, el pueblo. Por supuesto existen el metro, los tranvías y los trenes urbanos de cercanías pero todos ellos los vemos como variaciones del modelo autobús.

El modelo de viaje autobús siempre nos deja intramuros, en los limites de la ciudad (o área metropolitana), en cambio el modelo viaje en tren no lleva a lo lejano o viceversa nos permite el viaje de la frontera al centro urbano.

El uso que hacemos del coche, lo convierte más en una prenda de vestir, que en un medio de transporte, «Por sus plumas lo conoceréis», el coche no nos lleva lo llevamos puesto.

Exista o no Dios, viaje o no, en tren o autobús, los humanos tenemos «fe», y al focalizar la «fe» de muchos en un punto, objeto o persona, lo divinizamos.

No hay nada trascendente en un autobús, no hay trascendencia en las frases trascendentes colgadas o pintadas en un autobús, los autobuses solo sirven para portar graffitis, y en graffiti se convierte todo lo pintado en los lomos de un autobús, nadie se llevaría su lectura sagrada al escusado, nadie mezcla lo cotidiano con lo «sagrado», y en caso que lo intente el continuo espacio tiempo se desacraliza, (se hace pagano).

¿Cuánta Fe, y esperanza se a puesto en la figura de Obama?, ¿Como es el burro que trae a Obama a Belen?. ¿Es un coche descapotable a lo Kennedy en Dallas, un avión de la fuerza aérea, la capa de Batman, o una tele transportación de Scotty a lo Star Trek?.

¿Y porque es importante como se realice el viaje?, pues no tanto por lo que se transporta sino por la imagen/es, mensaje/s que se dan y la interpretación colectiva de la travesía.

Obama nos dice, que viene en tren, viene de lo lejano y distante, pero a la misma vez por un medio conocido y utilizado por todos, no exclusivo ni excluyente, en un medio colectivo frente a lo individual del coche de cuatro ruedas, el viaje lo comparte con su prole, y tribu afín. No es el viaje de lo desconocido ni de la aventura, recorre la ruta de otros «grandes hombres», en definitiva Obama trae la «Fe» y la esperanza que se ha depositado en él pero no trae el cambio.

¿Si mañana al ir al baño, y en el papel higiénico, hay impreso una frase tal cual como: «Dios existe», ¿te limpiarías el trasero?, ¿El papel dejaría de ser papel?, ¿Te plantearías limpiarte con tu conciencia?.

Cien mil dólares cuesta redecorar las habitaciones privadas de la «Casa Blanca», cien mil dólares más de deuda pública. Cien mil dólares que no van a ningún cepillo de ninguna iglesia u ONG.

El fenómeno Obama, será o no capaz, («we can», podemos), pero hoy esta cien mil dólares más lejano de mi conciencia.