Como plantar adecuadamente el césped así como mantener limpia las piscinas son temas de conversación que antes no se cruzaban en las conversaciones.

    He ido perdiendo contactos a lo largo de los años así como estos plantaban césped en sus jardines, Césped como genérico, por que la realidad es más compleja, en el sur de la península se decantan por la “grama catalana”, en centro por el césped común, y en el norte al ser húmedo no tienen preocupaciones pues todo prende rápido y bien.

    Tambien tengo vecinos más bucólicos que plantan un manto tréboles en vez del césped unificador, cuando su hija finaliza sus ejercicios de violín mirando al jardín los tréboles  semejan aplaudir, frente al estilo mudo y marcial de pelo pincho del césped de su vecino de al lado.

    Soy un inculto sobre que hierbas son buenas o malas, siempre he creído que la naturaleza impone su propio equilibrio, otra cosa distinta son los campos de cultivo en los que los labradores luchan a brazo partido por sacar sus cosechas.

     Cuando un urbanita habla de hierbas buenas y malas, siempre lo hace como  alegoría o metáfora, y siempre termina la frase con cortar las hierbas malas, llenar las calles y plazas de hierba buena, es sinónimo de cortar lo malo, lo distinto, lo diferente, lo que no es normal, lo que no nos gusta.

    Plantar las calles de césped y “limpiar las calles” son conceptos de un mismo marco de pensamiento unificado.

    Mi vecina esta contenta por que al pasear con la bici por el parque central, lo ve todo más “bonito”, más verde, más adoquines, y se queda con cara de “pasa” cuando le explico lo que representa para mi todo ello.

    Le pregunto por el lugar de los jóvenes en Tres Cantos, ella me contesta que es una pena que sus hijas tengan que ir lejos para pasárselo bien, en Tres Cantos no hay sitio para los jóvenes.

   No solo no hay lugar para los jóvenes sino que se los criminaliza, ser joven y pasear de noche por Tres Cantos es sinónimo de vérselas con los municipales y sus maneras.

    Prefiero ver a los jóvenes por las calles a no verlos, prefiero el color, el ruido y la diversidad cultural, a la uniformidad del césped común.

    No hay que caer en la trampa de la pregunta: ¿a quien quieres más a papa o mama?, que prefieres ¿hierbas buenas o hierbas malas?. De la misma manera que no hay sentimientos que estén unos por encima de los otros y todos han de ser experimentados y vividos, tampoco existen las hierbas malas, todas y cada una de ellas son necesarias y cada una cumple una función dentro del equilibrio que manifiesta la vida en la naturaleza.

 No hay jóvenes malos, hay jóvenes mal educados.

No hay mala hierba, hay hierba mal plantada.