Nuevas fuentes de riqueza.

 

    Las sucesivas revoluciones industriales en el pasado estaban relacionadas con el descubrimiento de cómo sobre explotar nuevas fuentes de energía. La madera (con la domesticación del fuego), el carbón fósil, el petróleo, la energía atómica, y en el presente las energías renovables frente al hidrogeno.

    Paralelamente en la huella humanidad, también es importante los avances en las humanidades, el derecho, la ética, y las relaciones sociales. Las naciones se dotan de leyes para preservar no solo los derechos individuales, sino que también cómo garantizar que los recursos que genera un país se redistribuyan de una forma más igualitaria cada día.  También es verdad que no todas las naciones entienden la consolidación de la “sociedad del bienestar” de la misma forma ni en el mismo ritmo.

   En el presente se da la paradoja que la globalización, ha puesto sobre como objetivo prioritario la reducción de coste, frente a la consolidación de la producción y/o consumo sostenible, y con un compromiso social de preservar el estado de bienestar.

   La revolución digital.

    En el siglo XXI, la revolución digital puja por el protagonismo en la transformación del “todo”.             

    En este nuevo paradigma no solo hay un cambio en cuanto a la mejor de la gestión de los procesos, por el uso de potentes centros de cálculo y por dar cabida a la “economía colaborativa”, sino que también por la emergencia de los Big Data.

   La revolución digital también genera “valor”, este valor es la suma de ingentes cantidades de pequeñas unidades de información, entre ellas los metadatos, y otras huellas de navegación y geolocalización que quedan en los centros de cálculo después de usar las herramientas on-line al uso.

  Las minas del nuevo “valor” está en el “hombre” no en el medio ambiente. El hombre deja miguitas de pan en el uso de los medios on-line. ¿Quién es el dueño de la suma de estas miguitas de pan que se producen en un país?

  Esta sociedad predadora de recursos, ha puesto en marcha la explotación de estos datos antes de preguntarse quién es el dueño de la agregación de esta información y a quien le compete su procesamiento.

  “Big Data”, son las palabras anglosajonas para acercarnos al fenómeno no tanto a su totalidad, pero si para visualizar la piel del fenómeno.

  Hoy hacen falta grandes centros de cálculo y personal muy cualificado para que en tiempo real se extrapolen resultados y sean manejados en tiempo real. También hay que poner de manifiesto que hace falta un gran musculo industrial para reorientar la producción hacia la nueva o cambiante demanda que aflora del procesamiento o “Big Data”.

  Todas las especialidades científicas, se han de poner al día en cuanto la necesidad de simulación digital por lado y el procesamiento de los Big Data que le son propios de su especialidad.

  La Comunidad Europea se ha puesto las pilas con respecto a la protección de los datos de carácter personal, con la publicación del Reglamento de Protección de Datos Personales que entrará en vigor en el 2.018, pero está muy verde todavía la reglamentación sobre la agregación de datos o huellas de navegación.

  ¿De quién es el agua y/o los recursos naturales de una nación estado?, ¿A quién le compete la explotación de los recursos naturales?

    El individuo cuando es usuario de la WEB, también hace “mining” (genera valor), la suma de los mineros (usuarios finales de la web) general millones de miguitas de pan.

  Los estados deben tomar conciencia de la propiedad de esta nueva fuente de riqueza, y del valor agregado de su procesamiento.

  Google, Amazon, entre otras grandes corporaciones están tomando la delantera y apropiándose de estos datos y su procesamiento.

  Las necesidades de control sobre grupos terroristas ha sido la coartada de los estados para guardar las huellas de uso de millones de usuarios del todo el mundo, este comportamiento a alimentado exponencialmente el fenómeno, los individuos hacen ´un “mining” más eficiente gracias a las nuevas necesidades de control de los estados.

   El individuo aprende jugando, en el siglo XX el juego era la antítesis al trabajo, en la revolución digital, el juego es un elemento decisivo para entender el nuevo paradigma.

   El siglo XXI nos trae casi de forma síncrona e instantánea el consumo masivo de nuevas herramientas-juegos, incluso antes de su desembarco definitivo, que mezclan digitalización, renderización, realidad virtual, y geolocalización, que de forma exponencial suben nuevas miguitas de pan o metadatos a la RED con el uso relacionado con estas nuevas herramientas-juegos (por ejemplo, Pokemon GO).

   Una parte importante de la sociedad es ociosa no tanto por ludopatía, que por estar fuera del mercado laboral, un mercado laboral menguante entre otras causas por la globalización y el imperio de la mecanización en los procesos productivos.

  Todos los individuos parados, ocupados, y rentistas, en su ocio, en sus procesos productivos generan valor por medio del “mining digital”, es paradójico en sí mismo, la nueva renta colectiva no solo es la suma de los beneficios de los productivos y rentistas, sino que también de los ociosos y sus patrones de conducta en mundo digital, por ello y sobre todo por ello, la redistribución de la riqueza en el siglo XXI, es de justicia que alcance a todos sin exclusión.

  Los servicios de seguridad de los estados, pugnan con grandes multinacionales por el almacenamiento y procesamiento de las miguitas de pan, cada una de las partes hace un pobre uso de las potencialidades de las nuevas fuentes de valor.

  El procesamiento interesado y parcial de las miguitas de pan o solo ejercen un factor miope sino que también retardan el potencial y el emerger-despertar de esta nueva fuente de valor.

  Ser “consciente uno mismo” es un loable objetivo, para interactuar con el medio y la sociedad desarrollando todas y cada una de las potencialidades, y dejando en segundo plano la “sombra” individual.

 Una sociedad que en tiempo real procesa toda la información que genera, esta cerca de ser consciente de sí misma, y solo lo consigue si a la misma vez que procesa la información, también hace-produce en la línea de una mejor eficiencia, se reorienta hacia un desarrollo sostenible y contribuye a una mejor cohesión social.

 El musculo que hace posible la transformación, se debe de nutrir con la parte de la sociedad que hoy está fuera del mercado laboral. Los estados tienen su responsabilidad en no retardar el emerger de esta nueva fuente de recursos, así como de crear el musculo (procesos productivos) que alimentándose de los nuevos recursos genere un proceso de mejora continua en la sociedad.