La deshumanización de la banca ya es una realidad, recuerdo que antes del 2013, las cajas de ahorros tenían una gran cuota de mercada junto con la Banca.
Pero llegó, la Ley 26/2013, de 27 de diciembre, de cajas de ahorros y fundaciones bancarias delimitaba la actividad de las cajas de ahorros únicamente a su comunidad autónoma de origen. Asimismo, se establecía que sus activos no podían superar los 10.000 millones de euros y su actividad debía centrarse en la captación de depósitos y en la financiación de pymes.
Dicha ley se cargo la esencia de las cajas de ahorro que eran instituciones financieras de carácter social que invertían un porcentaje muy importantes de sus beneficios netos a la comunidad donde operaban, mediante una variedad de actividades destinadas a atender las necesidades que recaen en los ámbitos cultural, socio-asistencial, educativo y medioambiental.
Muchas cajas de ahorros, su órgano de gobierno eran elegidos por la asamblea general, qué estaba compuesta por fundadores, empleados, grupos de interés y sobre todo por las administraciones públicas.
A partir de aquí hay fusiones de bancos con cajas, de cajas con cajas, y cajas que cambian sus estatutos para ser bancos.
Las fusiones entre bancos o cajas siempre se necesita dinero, hay despidos y cierre de oficinas, pero aún falta por llegar lo peor, que es dar dinero público para sanear la banca, más fusiones de Bancos con Bancos, más despidos, y más cierres de oficinas.
Al final siempre gana los mismos, los ricos más ricos, la sociedad pierde su mejor inversor en beneficios sociales, hay más despidos, más concentración del dinero en menos bancos activos, desapareciendo las cajas de ahorros.
Desde la ley 26/2013 fue el principio de la destrucción del tejido bancario tal como se conoció en su momento, en una estrategia muy definida y audaz, siendo la digitalización de la banca, la destrucción de las cajas de ahorros, la desaparición de todas las oficinas, y el despido de todos sus trabajadores.