Se escribierón muchos artículos sobre el Prestige que fue un petrolero monocasco cargado con 77.000 toneladas de fuel, cuyo hundimiento en el año 2002 frente a las costas españolas produjo una inmensa marea negra, que afectó a una amplia zona comprendida desde el norte de Portugal hasta las Landas de Francia, teniendo especial incidencia en Galicia.

Pero personalmente , me quedo con un artículo escrito por un gran amigo mio el Sr. Jerónimo Martínez titulado «Alquitrán», sobre Galicia , sus gentes y la solidaridad humana.
 

 

  Cuando en la playa alguien se ensucia las plantas de los pies con alquitrán, en Galicia siempre se ha dicho que le había manchado de “chapapote”, esa palabra que ahora se ha hecho tristemente popular en el resto de España y que la gran mayoría no sabe lo que significa con exactitud.

   Quiero hablar de la tragedia del Prestige. Voy a ser muy poco original, ya lo sé, pero no me importa. Como ciudadano que vive y trabaja en Galicia, me siento directamente afectado por este desastre y no debo dejar pasar esta oportunidad para referirme a él.

  Cuando dejemos de ser portada en las noticias nos olvidarán, y aquí hay chapapote para mucho tiempo. Lo que no aparece en los medios de comunicación es como si no existiera, y eso no es bueno. Cuando un sector vital en la economía de una región se ve golpeado de una forma tan brutal, en mayor o menor medida nos afecta todos.

  La economía gallega lleva mucho tiempo siendo golpeada. Después de haber superado varias crisis como la reconversión naval, la cuota láctea, las vacas locas, la fiebre aftosa… ahora ha llegado la marea negra que, como todos sabemos, no sólo afecta al sector pesquero y marisquero.

  Yo me atrevería a decir que repercutirá en todos los órdenes económicos, no sólo gallegos, sino nacionales y europeos. Pero ante la marea negra surgió otra marea blanca, y la sociedad se puso en marcha por delante de la Administración, con mayor celeridad y eficacia, poniendo en marcha esa maquinaria que parece estar siempre engrasada y a punto: la solidaridad.

  Porque somos un país solidario y hay que decirlo con la voz bien alta.  A petición de la Asociación de Comerciantes e Industriales de Cangas del Morrazo, que desde el primer momento coordinó todas las acciones, nos pusimos en contacto con distintos fabricantes y clientes que enviaron también productos de forma desinteresada. Por tanto, quiero dar las gracias públicamente a toda la gene ,  que desde dicha asociación están trabajando duramente en esta emergencia.

  Gracias al Instituto Hidrográfico Portugués, su información de los movimientos de la marea negra en los primeros momentos fue de vital importancia para las cofradías de pescadores. Además de un país solidario, somos un país agradecido.

  Entre los voluntarios y afectados se establecen unos vínculos difíciles de cortar: mi hija participó como tantos otros estudiantes en la recogida de chapapote en una playa de Fisterra y coincidió allí con un grupo de catalanes y otro de italianos.

  Después nos contaba que si no fuese porque esto es una tragedia, sería maravilloso, porque el ambiente vivido entre todos no lo había visto nunca. Cuando terminaron su trabajo, les dieron un bocadillo y se subieron a los autobuses dispuestos a volver a sus puntos de origen.

  Y cuál fue su sorpresa cuando los llevaron al centro cultural del pueblo y se encontraron con una cena preparada por las señoras del lugar. ¡Su buen caldo gallego para que comieran caliente! Inolvidable.

  En Galicia tenemos una obsesión: no sólo se puede ayudar con voluntarios y medios para limpiar la costa. Todos podemos ayudar, hay que seguir consumiendo productos gallegos del mar. No debemos condenar lo que no se ha visto afectado. No debemos acabar con todo. Lo que hay en el mercado está más controlado que nunca, viene de las rías no contaminadas y de caladeros lejanos como el Gran Sol.

  Este comentario mío pretende ser muchas cosas. Una llamada de atención: por favor, no nos olviden; un gracias con mayúsculas y también un canto a la esperanza y al optimismo.

  Esperanza y optimismo un poco agarrotados por el miedo a la fiera que permanece dormida a mucha profundidad y que no sabemos si despertará. El mar es tozudo y devuelve todo aquello que no es suyo. Pero también es tozuda esta gente de mar que lucha con todos sus medios precarios contra el desastre, poniendo en juego sus barcos y aparejos para salvar lo que les da la vida.

  Señores, hay que ir cambiando las mentalidades y los tópicos. El gallego ya no es ese pueblo resignado que prefiere emigrar a protestar. El gallego se enfrenta a la adversidad con uñas y dientes, demostrando que aquí hay un gran potencial de trabajo y de capacidad de sufrimiento, que seguirán estando intactos cuando esto termine. 

Escrito y realizado por el Sr.  Jerónimo Martínez

Secuencias de imágenes para no olvidar :